Esta es una obra profunda que aborda una cuestión muy actual: ¿Qué nos ocurre cuando desaparecen nuestros recuerdos? Gueorgui Gospodínov logra abordar maravillosamente los destinos individuales y colectivos, y es este complejo equilibrio entre lo íntimo y lo universal lo que nos ha convencido y conmovido.
En escenas tan burlescas como desgarradoras cuestiona el modo en que nuestra memoria es el cemento de nuestra identidad y nuestra narrativa íntima. Pero también es una gran novela sobre Europa, un continente necesitado de futuro, donde el pasado se reinventa y la nostalgia es un veneno. Nos ofrece una perspectiva sobre el destino de países como Bulgaria, que se han encontrado en el centro del conflicto ideológico entre Occidente y el mundo comunista.
Es una novela que invita a la reflexión y a la vigilancia tanto como nos conmueve, porque el lenguaje —sensible y preciso— consigue captar, en una vena proustiana, la extrema fragilidad del pasado. Y mezcla, en su propia forma, una gran modernidad con referencias a los grandes textos de la literatura europea, en particular a través del personaje de Gaustin, emanación de un mundo en vías de extinción.
El pasado sólo es una historia que se cuenta. Y no todos los narradores tienen el talento de Gueorgui Gospodinov.»
Gueorgui Gospodínov visitará España para presentar Las tempestálidas en la Feria del Libro de Madrid y firmar ejemplares de su obra. Estará en Madrid del 2 al 4 de junio.
«Una novela ambiciosa, sugerente, macabra y divertida sobre la nacionalidad, la identidad y el envejecimiento, y sobre el poder curativo y destructivo de la memoria».
—Jurado del Booker Internacional
«Las tempestálidas me ha devuelto la fe en las novelas. Gospodínov se burla de la nostalgia, pero nos advierte de su peligro».
—Aloma Rodríguez, Hoy empieza todo (RNE)
«Humor y ternura destellan en el afilado escalpelo de Gueorgui Gospodínov, que captura en esta novela el ‘zeitgeist’ de una época que anhela por encima de todo volver a tiempos felices».
—Marta Rebón, El Mundo
«Gospodínov pertenece a la estirpe de Jorge Luis Borges, Italo Calvino y Georges Perec, pero, a diferencia de todos ellos, no se constriñe a la forma; trenza y destrenza una y otra vez la cuerda con la que la historia nos rodea el cuello para liberarnos de ella y, de paso, para observar los hilos de los que está compuesta».
—Patricio Pron, El País